El Metro de Medellín es la columna vertebral del sistema de transporte del Valle de Aburrá y uno de los elementos esenciales de ordenación del territorio metropolitano. El metro financia gran parte de su operación con tarifas, y esta tarifa se ha destinado para financiar la operación del día a día, así como para ahorrar con el fin de reponer el material rodante (Medellín es la única ciudad que tiene un fondo de esas características).
La prioridad que tiene la ciudad frente al Sistema de Transporte Masivo es asegurar su sostenibilidad, que el Metro pueda terminar de pagar la modernización de los trenes que realiza en la actualidad y no quede en entredicho el necesario proceso de compra trenes y tranvías que debería empezar en 2025, pues de no hacerlo, esto significaría dejar de atender usuarios nuevos en el futuro en las líneas A y B, que hoy ya son muy llenas en horas pico. Frente a esto, la prioridad no debería ser incluir cinco metrocables de los cuales tres no están en el Plan Maestro de expansión del Metro, uno se le cambió el trazado y un último sí estaba contemplado.
Por otra parte, la Alcaldía de Medellín se está demorando para pagarle al Metro la plata que le corresponde a la Empresa para cubrir los déficits de la operación de Metroplús Línea 1 y 2 y Cuencas 3 y 6 (Sistemas tipo Transmilenio que son deficitarios en todo el país) lo que pondría en riesgo la operación de esos esas líneas y cuencas.
El Gobierno Nacional y el Congreso deberían aumentar los recursos para el déficit de los sistemas de transporte, el Área Metropolitana debería poner en funcionamiento el Fondo metropolitano de estabilización tarifaria, la Alcaldía de Medellín debería pagar las deudas que tiene con el Fondo de estabilización tarifaria, los demás municipios del Valle de Aburrá aportar a la operación y el Metro hacer un mayor esfuerzo por diversificar las fuentes de financiamiento asociadas a datos, recaudo y operaciones urbanas.