El martes 11 de junio presentamos el Informe de Calidad de Vida 2020 – 2023, un cuatrienio en el que se deterioraron indicadores sociales en Medellín, pero también la ciudadanía perdió la confianza en las instituciones públicas. Lo más grave de todo es que las consecuencias de esas pérdidas tardarán en recuperarse. 

El cuatrienio 2020-2023 ha sido el periodo con mayores ingresos de la historia de Medellín (32.1 billones); es decir, hubo dinero suficiente para atender las necesidades ciudadanas, sin embargo, este no se reflejó en el bienestar colectivo. 

Las consecuencias sociales de la gestión pública duran más que un cuatrienio. Por ejemplo, la calidad educativa se reciente cuando hay que acudir a la alternancia por el deterioro de la infraestructura y cuando no se implementan programas para la nivelación de aprendizajes. 

En 2022 se observó en Medellín la tasa de deserción escolar más alta en los últimos 12 años y un incremento en el porcentaje de instituciones en los más bajos niveles del ICFES, que pasó del 37% en el 2019 al 55% en el 2023. 

Medellín retrocedió 5 años en pobreza multidimensional y, a pesar de la recuperación económica, en 2022 aumentó la cantidad de personas en pobreza extrema. En este periodo también se registró la cifra más alta de desnutrición crónica de menores de 5 años. La inacción ante estas condiciones los afecta a lo largo de sus vidas. 

Medellín le importa a sus ciudadanos, quienes consistentemente han manifestado su orgullo por la ciudad, por eso decimos que no se le puede entregar un cheque en blanco a quien llega a la Alcaldía: las prioridades de los mandatarios se deben alinear con un modelo de ciudad de largo plazo.

Mónica Ospina L. 

Directora de Medellín Cómo Vamos 

Columna publicada en ADN Medellín el 12/06/2024