

El 22 de noviembre de 2017, el Ministerio de Salud presentó los resultados de la tercera versión de la Encuesta Nacional de Situación Nutricional de Colombia (ENSIN) 2015, en la que participaron el Ministerio de Salud y Protección Social, el Instituto Nacional de Salud (INS), Prosperidad Social, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) y la Universidad Nacional de Colombia. Además, el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) y la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia (ACAC) apoyaron el ejercicio.
El trabajo de campo de la ENSIN se realizó entre noviembre de 2015 y diciembre de 2016, mediante entrevistas a 151.343 personas en 44.402 hogares de 295 municipios del país. El objetivo de la encuesta es analizar la situación alimentaria y nutricional de la población colombiana enmarcada en el modelo de determinantes sociales definidos para la ENSIN 2015, como insumo para la formulación, seguimiento y reorientación de políticas públicas de seguridad alimentaria y nutricional para Colombia.
Para esta versión, la encuesta se concentró en los determinantes sociales de la situación nutricional, referidos a tres ámbitos. El primero de ellos es el ámbito estructural donde se resaltan los cambios medio ambientales, específicamente el cambio climático, su incidencia en la presentación de desastres naturales, el aumento en los precios de los alimentos, la contaminación de las fuentes de agua y la pérdida de la vocación agropecuaria del suelo rural. También se incluyen los cambios demográficos, que incluyen el envejecimiento de la población, la migración de jóvenes del campo a la ciudad y la disminución en el número de hijos de cada familia; estos acompañan a los cambios en roles de género, concentrados en el aumento de la participación de las mujeres en el mercado laboral.
El segundo ámbito es el de los determinantes intermedios, en el que se señalan los cambios en la oferta social, concentrada en subsidios en dinero que aumentan la dependencia de los mismos y el gasto de esos recursos en otros bienes y servicios diferentes a alimentos. Además, se incluyen los cambios políticos y territoriales, referidos al hecho de que los municipios no mantienen ya su tradicional rol de despensas, lo que ha incidido en los precios de los alimentos.
El tercer ámbito, donde se encuentran los determinantes singulares, referencia los cambios en el consumo y prácticas culinarias de los hogares, donde se destaca el hecho de que la reducción en el tamaño de las cocinas ha incidido en que no se preparen comidas muy elaboradas, se destina menos tiempo a la preparación de alimentos, además, las familias pequeñas se reúnen menos a la hora de comer y hay un mayor consumo de alimentos industrializados por fuera de la casa.
Estos ámbitos y los cambios asociados a ellos enmarcan el análisis de la encuesta, concentrado en las etapas del curso de vida, para las que se presentan los resultados, a saber: primera infancia, que comprende los niños de 0 a 4 años; escolares, que incluye a los niños de 5 a 12 años; adolescentes, en edades de 13 a 17 años; adultos, con edades entre 18 y 64 años; mujeres en edad fértil y gestantes, que se encuentran en el rango de edad de 13 a 49 años. A continuación, se listan los principales resultados para cada uno de estos grupos:
Primera infancia (0 a 4 años)
La desnutrición crónica (retraso en talla para la edad) disminuyó al pasar de 13,2% en 2010 a 10,8% en 2015 ubicándose, no obstante, por encima del promedio de Suramérica (9,9%) y sin alcanzar la meta ODM de 8%. Los niños presentaron una mayor prevalencia frente a las niñas, asimismo, los indígenas y aquellos que tienen el índice de riqueza más bajo tuvieron también mayor prevalencia. En contraste, la prevalencia para la desnutrición aguda aumentó pasando de 0,9% en 2010 a 2,3% en 2015. Asimismo, en la desnutrición global se vio un leve cambio al alza, pasando de 3,4% en 2010 a 3,7% en 2015.
Para esta versión de la ENSIN, el exceso de peso (que incluye sobrepeso y obesidad) presentó un incremento considerable en la prevalencia, al pasar de 5,2% en 2010 a 6,3% en 2015, similar al promedio que se observa a nivel mundial (6,2%). Los más afectados son también los niños y no se presentaron diferencias significativas por región, índice de riqueza o etnia.
En cuanto a la lactancia materna, 72,7% de los menores de dos años recibió lactancia materna en las primeras horas de vida, ubicándose por encima del resultado de 2010 (56,6%) y superando la meta fijada por la OMS y Unicef: 70%. Por etnias, los indígenas se ubicaron por encima del promedio de Colombia, con 84,7% de niños con inicio temprano de la lactancia. No se presentaron diferencias significativas por sexo, índice de riqueza y región.
La lactancia materna exclusiva, esto es la proporción de niños que en los primeros seis meses de vida reciben como único alimento la leche materna, viene cayendo desde 2005. En 2015 la tendencia se mantuvo: 36,1% de los niños menores de seis meses tuvieron lactancia materna exclusiva, proporción inferior a la observada en 2010 (42,8%) y que se ubica por debajo de la meta establecida por la OMS de 50%. Según indica esta organización, durante los primeros seis meses de vida, siempre que sea posible, un niño debe recibir únicamente leche materna como alimento. Por regiones, la que tuvo menor proporción de lactancia materna exclusiva fue la Atlántica con 20,5%. No se observaron diferencias por sexo, índice de riqueza o etnia.
Por su parte, la lactancia materna continua descendió para el caso de los niños de 1 año, pasando de 58,1% en 2010 a 52,2% en 2015, ubicándose por debajo del promedio mundial (74%) y también del promedio de Latinoamérica y el Caribe: 53%. En cuanto a los niños de dos años, no se presentaron diferencias significativas: la proporción con lactancia materna exclusiva pasó de 32,5% en 2010 a 31,6% en 2015.
La ENSIN 2015 también mostró que 41% de los niños con edades entre 6 y 23 meses tienen una dieta mínima aceptable, con frecuencia y variedad de alimentos mínima. Los mayores porcentajes en este caso se observaron en los niños y niñas sin pertenencia étnica, en la región de Bogotá y para el índice de riqueza medio.
En lo que respecta al juego activo, es decir a la práctica de actividades de juego que generan sudoración y aumento de la respiración, 25,6% de los niños entre 3 y 5 años lo practicaron, observándose una mayor proporción para los niños (30,2%) que para las niñas (20,6%) y también para el nivel de riqueza alto (32,2%).
Finalmente, se encontró que 61,9% de los niños de 3 a 4 años pasan tiempo excesivo frente a pantallas, siendo mayor para los niveles de riqueza medio y alto, así como en las cabeceras. No se encontraron diferencias significativas por sexo.
Menores en edad escolar (5 a 12 años)
En materia de desnutrición crónica, descendió levemente la proporción de afectados, pasando de 9,1% en 2010 a 7,4% en 2015. La prevalencia más alta se observó en los indígenas, que superaron con creces el promedio nacional para este indicador con 29,5%, y para los niños y niñas con el índice de riqueza más bajo, con 11,2%. No se presentaron diferencias por sexo ni por región.
En referencia al exceso de peso (obesidad y sobrepeso), al igual que sucedió en la primera infancia, aumentó, pasando de 18,8% en 2010 a 24,2% en 2015, con mayor prevalencia en los niños y niñas sin pertenencia étnica (25,4%) y con un índice de riqueza alto.
El cumplimiento de las recomendaciones de actividad física se observó en 31,1% de los niños y niñas de Colombia, siendo mayor para los primeros (35,8%) que para las últimas (26,0%). En contraste, 67,6% de los escolares pasaron tiempo excesivo frente a pantallas, siendo mayor para los niveles medio (79,3%) y alto (83,1%).
Adolescentes (13 a 17 años)
La ENSIN 2015 mostró que 9,7% de los adolescentes colombianos presentaban desnutrición crónica, frente a 11,5% afectados en 2010. Por etnias, la mayor prevalencia la tuvieron los adolescentes indígenas, y por niveles de riqueza aquellos que pertenecían al más bajo. No se observaron diferencias por sexo ni por región.
Al igual que para la primera infancia y los escolares, se presentó un incremento en los adolescentes que sufren de exceso de peso, pasando de 15,5% en 2010 a 17.9% en 2015. En este caso, la mayor prevalencia se observó en las mujeres (21,2%), mientras que no hubo diferencias por región, índice de riqueza o etnia.
Por su parte, 13,4% de los adolescentes cumplen las recomendaciones de actividad física para su edad, con mayor adherencia en los hombres (18,7%) que en las mujeres (7,6%). Además, 76,6% de los adolescentes del país pasan tiempo excesivo frente a pantallas.
Jóvenes y adultos (18 a 64 años)
Para este grupo de edad también se evidenció un aumento en el exceso de peso, con 56,4% afectados, esto es 5,2 pp por encima del resultado de la ENSIN 2010, con mayor afectación para las mujeres (59,5%) que para los hombres (52,7%) y menor en el caso de los indígenas y de aquellos que se agrupan en el índice de riqueza más bajo. Este incremento se explica por aumentos evidenciados tanto en los afectados por sobrepeso como por obesidad, que mantienen tendencias crecientes desde 2005. En el caso del sobrepeso, en 2005 32,3% eran afectados, en 2010 34,6% y en 2015 37,7%. En cuanto a la obesidad, en 2005 13,7% la padecían, en 2010 fueron 16,5% y en 2015 18,7%, evidenciándose más afectados entre los afrodescendientes y sin diferencias apreciables por región.
En lo que respecta a la actividad física, 51,1% de los jóvenes y adultos cumplen con las recomendaciones al respecto. Por sexo, es mayor con creces la proporción de hombres que lo hacen (61,1%) que la de mujeres (42,7%), de manera análoga a lo que sucede para los diferentes grupos etarios a lo largo de la encuesta. Por etnia, también se observa un mayor cumplimiento por parte de los indígenas (63,1%). Por regiones e índice de riqueza no se encontraron diferencias significativas. Finalmente, en cuanto a la actividad física desarrollada al aire libre, se presentó un aumento entre 2010 y 2015, pasando de 19,9% a 23,5% la proporción de personas que manifestaron practicarla. Mientras tanto, la caminata como medio de transporte se mantuvo sin cambios significativos entre una y otra versión de la ENSIN: 33,8% en 2010 frente a 30,3% en 2015.
Inseguridad alimentaria en el hogar
La ENSIN también indaga por la inseguridad alimentaria, definida por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) como la “situación que se da cuando las personas carecen de acceso seguro a una cantidad de alimentos inocuos y nutritivos suficiente para el crecimiento y desarrollo normales así como para llevar una vida activa y sana”.
En 2015 los resultados mostraron que la proporción de hogares que padecieron inseguridad alimentaria fue de 54,2%, inferior a la proporción observada en 2010, 57,7%. Sin embargo, ello quiere decir que más de la mitad de los hogares en Colombia carecen de acceso seguro a los alimentos. Entre estos, 31,9% presentan inseguridad alimentaria moderada, mientras que para 13,8% de ellos es moderada y para 8,5% es severa. La inseguridad se agudiza cuando se trata de hogares cuyo jefe de hogar es una mujer (57,6% frente a 52,0% para hombres) o un indígena (77,0%). Asimismo, los hogares pertenecientes a las regiones del Atlántico (65,0%) y de la Orinoquía y la Amazonía (64,0%) son los más afectados, junto con aquellos con el índice de riqueza más bajo (71,2%).
En cuanto a la ejecución de alguna estrategia de afrontamiento a la inseguridad alimentaria, se encontró que fue mayo la proporción de hogares con el índice de riqueza más bajo, con 63,9% frente a 57,6% del nivel bajo, 45,3% del medio y 35% del alto. Asimismo lo fue para los hogares indígenas, con 71,3% que implementaron estas estrategias frente a 64,5% para los afrodescendientes y 49,9% para los hogares sin pertenencia étnica.
Para consultar la presentación de la ENSIN 2015 visite: Presentación ENSIN 2015
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