En San Antonio de Prado, San Sebastián de Palmitas, Santa Elena, San Cristóbal y Altavista aún hay quienes dicen ‘voy para Medellín’ como si vivieran en un territorio por fuera de la ciudad. 

Si bien es una expresión coloquial, también es cierto que, en estos territorios mayoritariamente rurales, la inversión pública se ha reducido desde el 2008. 

Para ese año en Santa Elena se invirtió $4,2 millones por habitante, valor que se redujo a la mitad en 2023. En otros corregimientos la inversión per cápita es cercana al millón y medio de pesos, por debajo incluso de comunas con mejores indicadores de calidad de vida. 

De las más de 205 mil personas en condición de pobreza extrema que hay en Medellín (2022), 30.500 están en los corregimientos. 

San Antonio de Prado en los últimos años se ha concentrado la construcción de vivienda de interés social, sin embargo, conserva las mismas vías, las mismas escuelas y el mismo hospital, cuando su población pasó de 94.801 en 2018 a 121.944 en 2024; es decir, tiene prácticamente los mismos habitantes que Caucasia. 

Es importante mirar a los corregimientos en términos de oportunidades en el desarrollo agrícola y de suministro de alimentos para la ciudad; pero también en clave de la calidad de vida de la creciente población en estos territorios urbano-rurales. 

Por primera vez en 18 años, Medellín Cómo Vamos incluirá en su Encuesta de Percepción Ciudadana a los corregimientos, ejercicio que permitirá conocer sus principales necesidades y priorizar inversiones públicas en estos territorios. 

Por Mónica Ospina L. 

Directora Medellín Cómo Vamos 

Columna publicada en ADN Medellín el 10/07/2024