*Columna de opinión. Luis Fernando Agudelo. ADN Medellín
Medellín es un contenedor permanente de paradojas. El domingo pasado durante el día, se estima que más de 50 mil personas ganaron la calle para reivindicar con orgullo las luchas históricas de la población LGBTIQ+ y protestar de manera pacífica pero contundente, contra la discriminación y la violencia profundamente arraigada hacia la diversidad.
En la noche de ese mismo día en la comuna El Poblado, fue asesinada con arma blanca Isabella Garzón, una joven mujer trans de 23 años de vida. Según Colombia Diversa, durante el 2020 se registraron 75 homicidios y feminicidios de personas LGBT y de ellos 20 homicidios y feminicidios estaban motivados por prejuicios a la identidad de género u orientación sexual de las víctimas.
Medellín Cómo Vamos ha reflejado las difíciles condiciones de rechazo a las que se enfrentan las personas por su identidad de género u orientación sexual mediante la Encuesta de Percepción Ciudadana. Son permanentes las denuncias de los colectivos LGBTIQ+ por dificultades al acceso a empleos formales, atención en los servicios de salud, uso del transporte público o la revictimización ante la denuncia a los organismos de seguridad y justicia.
La calidad de vida de una sociedad debe priorizar el tratamiento igualitario del Estado frente a la ley, a la vez que se construyen espacios de reivindicación de las luchas sociales, la eliminación de prejuicios y la salvaguarda de la vida, la integridad y la dignidad. La diversidad que somos no puede ser la sentencia de muerte de quienes desde su identidad y decisión celebran la vida y se manifiestan contra las violencias.
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